La tormentosa noche del pasado viernes 24 no invitaba a salir de casa. Mantita y peli parecía el plan perfecto. Pero en realidad había una cita ineludible a los que nos gusta el pop rock surfero que nos recuerda al verano, precisamente, en una noche así, entrabas en un oasis perfecto. En la París 15, una de las mejores salas para música en directo de la ciudad, nos dábamos cita con La Trinidad y Airbag, que presentaba en casa su último lanzamiento “Cementerio Indie”. Allí que fuimos centenares de personas a lo que prometía ser una noche eléctrica, y Algo de Rock no queríamos perdérnoslo.
Como mandan los cánones y con puntualidad británica, a las 21:45 ya estaban dando guitarrazos los prometedores jóvenes de La Trinidad, una de las bandas ojito derecho de los veteranos de Estepona. Un sonido perfecto y una puesta en escena extravagante y atractiva. La emergente banda desplegó su repertorio en un concierto que fue de menos a más y terminó con un público que se lo pasaba en grande, entregado y dándolo todo. Algunos riffs de alta calidad y sonidos sintéticos de teclados envolventes, dejando el paladar en su punto para el plato fuerte. Se despedían vehementemente los chicos tras su gran actuación no sin antes dedicar una canción a Airbag, la favorita de estos.
No tardaron mucho en aparecer Adolfo y sus fieles escuderos, como siempre, con su particular triángulo. Grupo eterno. Abría el concierto, como no podía ser de otra forma, una canción perfecta para empezar, como en otras ocasiones, Eleven y Mike. Bombazo no sin dificultades, pues la correa de la guitarra de Adolfo no quería realizar su función, y ahí estaba el pobre, cantando y tocando su instrumento apoyado en el muslo con la ayuda del altavoz monitor, haciendo un esfuerzo sobrenatural con su mano izquierda en el mástil, con lo que pesa una guitarra eléctrica… lo que le salió del alma al acabar la “eterna” canción: “empezamos bien”. No es para menos.
Tras arreglar el pequeño error técnico (las prisas no son buenas), tiraban de un clásico. 22, cogimos el 22. Todos cantábamos felices. Continuó la fiesta con una canción del Cementerio, íntima y personal. Memoriax 500, borrarán recuerdos selectivos. Seguía el repaso con Koi no Yokan, momento pegadizo para empezar a bailar y caldear la noche. Aún me pregunto si esto es un guiño a los Deftones… en cualquier caso, ¡AU! Esperaba como agua de mayo el que para mí es el gran hit del LP, por el ritmo del tema como por la pertinencia de la temática, tan actualizada y acertada en este mundo de ofendiditos. Llegó la descarga eléctrica creyéndonos El centro del mundo, canté bailé y flipé y aún no habíamos llegado al ecuador del concierto. Temazo del 15. Cuidado al reírte, que nadie se ofenda, porque como dicen mis paisanos “divertirse es políticamente incorrecto”. Sublime. Otro clásico reciente sonó para nuestro deleite, Ladrones de cuerpos, el que supuso un antes y un después en emisoras como Radio3 en lo que respecta a la banda.
Tras esto llega el momento “Planetas”, El puente de los alemanes, con clara influencia de los granaínos, para después hacer un alegato en forma de cover a J y los suyos. El segundo gran momento íntimo de la noche, que continuó con otra canción de bella factura, Phantasma y con una colaboración en directo con los amigos de la Trinidad. Armonía. Después del momento personal y nostálgico había que meter caña y sabían perfectamente qué bala debían usar. Así llegó la explosión Territorio Dager en el que se formó hasta un pogo, actividad tan poco común en conciertos de este estilo musical.
Para cerrar, tenían otros tres ases en la manga los buenos de Airbag, y aprovechando el momento de subidón, metieron tres clásicos imperdibles: Cómics y posters, la ola perfecta y ahí va la decepción, himnos de la banda para cerrar una velada perfecta, donde todos tuvimos cabida menos la lluvia, que se quedó fuera. Que nada nos frene, ni una tormenta, para asistir a un concierto, amigas/os.
POR: ADRIÁN MADUEÑO ALARCÓN
FOTOS: ADRIÁN MADUEÑO ALARCÓN