Una descarga desde el minuto de largada, una introducción basada en guitarras y leves sonidos que nos van anunciando que LUJURIA está aquí para soltar su furia y un mensaje que los viene acompañando desde hace 30 años… “Somos Belial”, cuenta la banda, no es un disco conceptual es la última piedra que utilizan para terminar de construir esta oda al Heavy Metal más cañero y aguerrido. Si bien las canciones suenan bien, poderosas y con garra, lo mejor de ellas es la composición rítmica y las bases. Son trabajadores del rock y saben cómo funciona su estilo y qué son.
Abre el disco una maravillosa “Nikkal”, si bien es muy básica, es como la acción de levantar el telón lentamente, para entrar con todo, tranquilamente, para desplegar lo que es la banda. “Somos Belial” es salvaje, con buenos riffs y la voz podrida al frente amenazando, llevándose todo por delante. “Messe Noire” es la pletórica misa negra que esperábamos de la banda, y llega temprano, para mantener la estirpe. Teclados de iglesia se funden en la voz, muy desgarrada y negra, con la genialidad de un estribillo en latín. El toque más ´80´s lo encontramos en “Siempre Metal, Invicto Metal”, y si hay una banda que tiene derecho a hacerlo es “Lujuria”, este es un tributo a sus raíces, a lo que son. El trabajo está basado en un esfuerzo constante de mantener a toda la tropa en la misma línea, con algún despegue de la guitarra para pasar al frente y soltar un buen riff que suma mucho al tema.
“El ángel de la lujuria y un diablo loco de amor” enloquece por completo a la batería que se multiplica con un doble bombo que se replica a sí mismo. Las letras en la misma línea, clásica, épica, metalera de toda la vida. “El amor está en el aire” se acelera en un cambio de estilo bien marcado para dar paso a “Como puta por rastrojo”, es la definición perfecta del espíritu de la banda. Veloces, agresivos, letras crudas y llenas de realismo con ese lenguaje elaborado que hace de estos escritores, más bien, unos trovadores líricos al conjugar línea tras línea, extensas estrofas donde el mensaje sí importa. Así nos mantiene al límite con “Tapar agujeros” y, de pronto nos detenemos en una balada, oscura y llena de erotismo “Cuando estás conmigo (la única balada sincera del mundo)” Parece grabada en un bar desangelado y solo, un piano que parece ir a contramano de la letra y, como corresponde, un buen solo de guitarra en el medio para acabar esa copa de ginebra Bols y a casa a oler la ropa de la mujer que no está con nosotros… AH, qué buena adolescencia hemos vivido.
Cierran “Migas de paz” y “El principio del fin”… acá parece otro disco, otra velocidad, si bien es alta y con toques power, parecen, en verdad, compuestas en otro momento histórico de la banda, no es que resalten por que sean mejores, si no que son otra parte de LUJURIA, incluso a nivel producción y mezcla.
Hablemos claro, LUJURIA ha sacado un gran trabajo que sigue en la línea de su génesis y estilo. Hay un cambio en el sonido, por suerte, y si bien se mantienen en muchas cosas (lírica, estructuras, producción) con la frescura del primer disco, no han caído en la banalidad de no aprovechar las ventajas técnicas que nos da estar vivos en 2020. En un año donde el Heavy Metal español ha tenido grandes cosechas, con mensajes “poderosos” y de otro tipo de Dioses y conflictos religiosos, “Somos Belial” es simple, callejero y podrido, mantiene la esencia de quienes realmente son, sin artilugios ni posturas que no sientan.
LUJURIA suena a truenos, maldad y calles oscuras, matando el tiempo y sobreviviendo a lo cotidiano. Más Metal que eso yo no puedo pedir… Ni encontrar.
POR: SEBAS ABDALA