En esta era digital y en cierto modo bastante efímera, cuesta entender que un artista o grupo se tome su tiempo para publicar un nuevo álbum y la impaciencia se adueña de los seguidores del artista o grupo en cuestión que quiere ya nueva música ya que tiene su anterior disco ya “muy visto y aprendido”, lo que quizás no entiendan es que los artistas necesitan su tiempo para componer, proponer ideas nuevas, recoger nuevas influencias y con ello armar un nuevo álbum.
Con los británicos Creeper ha ocurrido un poco lo mencionado recién y a la vez había un “hype” tremendo por escuchar el nuevo material de una de las mejores bandas que ha dado el rock alternativo en el último lustro sin lugar a dudas y que causó sensación con su exquisito debut “Eternity In Your Arms” publicado hace 3 años vía Roadrunner Records (Slipknot, Trivium, Motionless In White) .
Pese a que 3 años puede ser mucho tiempo y más en el caso de una banda nueva y joven, que corre el riesgo de quedar medio olvidada si no entregan música nueva en un corto espacio de tiempo, los chicos de Creeper han hecho los deberes a conciencia y han entregado un disco con 15 canciones nuevas con el que pretenden demostrar que lo suyo no es flor de un día, la cuestión es ¿ Lo habrán conseguido?.
El disco se abre con “Hallelujah”, una suerte de intro narrada que deja paso a “Be My End”, que tiene un comienzo que recuerda vagamente a lo que hacían The Killers en su primer disco para luego darle esa velocidad propia del punk melódico, estilo que la banda admira y tiene como influencia pero con ciertos toques de post punk, que resulta exquisito en este tema y te da un chute de energía ideal para sumergirte en el disco.
“Born Cold”, es un corte más melancólico pero igualmente certero con un estribillo memorable en la línea de bandas como AFI y que va increscendo en intensidad pero con varios puentes de por medio, sin duda un complemento perfecto para la canción anterior que era mucho más rápida.
Para hablar de “Cynaide” habría que ponerse de pie ante la exquisitez con la que está tratada, quizás es un corte más pop rock de corte ochentoso pero la sensualidad con la que Will canta los versos es impecable y Hanna (Greenwood, teclista y segunda voz) le complementa con unos coros delicados que embellecen aún más la canción y que se remata con un breve pero bonito solo de guitarra a cargo de Ian Miles.
Tras el interludio “Celestial Violence”, llega uno de los temazos del disco “Annabelle”, un tema que recuerda en muchos momentos al sonido que tienen Alkaline Trio en alguno de sus discos, sobre todo los más recientes y que es normal que haya sido elegida single ya que tiene un estribillo memorable ideal para cantar y dejarse la voz, destacando también el trabajo cuidado para las segundas voces y los coros y de nuevo la guitarra brilla de la mano de Ian, simplemente un temazo y de lo mejorcito del disco.
El post punk vuelve a hacerse presente el disco de la mano de “Paradise”, una joya de cuatro minutos en donde podemos observar la clara influencia que Joy Division ha tenido en los miembros de Creeper y que se hace presente en esta canción, un corte oscuro, pop, dark, new wave melancólico y hermoso, que seguro hará las delicias de los fans de la banda y que podría llevarles a otro tipo de público más adulto que igual no conoce mucho de la banda.
Pero esto no es más que el inicio de una serie de cuatro bombazos juntos, ya que “Poisoned Heart” es aún más oscura y romántica que la anterior de nuevo con las sombras de Ian Curtis y Morrissey sobrevolando la canción transportándonos al sonido de Manchester de los 80 pero sin perder el toque actual, ideal para escuchar con los auriculares en una fría tarde de invierno con el cielo cayendo al atardecer y mirando a través de la ventana, sin duda una de las mejores canciones escritas por Creeper hasta la fecha.
Con un toque cabaretesco comienza “Thorns Of Love”, con Hannah siendo la protagonista principal por medio del piano pero poquito a poco la intensidad va subiendo hasta el estribillo que es otra delicia para el oyente sin lugar a dudas, y aún queda una bomba más como es “Four Years Ago”, de nuevo con un sublime set de vientos que dan comienzo a la canción y en este caso es Hannah la que ejerce la voz principal, en contrapunto con el tono oscuro de Will dando como resultado una suerte de medio tiempo pop dark que podría haber encajado en un disco de HIM salvando alguna que otra distancia sobre todo en la ejecución de la base rítmica.
De nuevo un interludio como “Holy War” oxigena el disco y da paso a otra de las joyas con mayúsculas del disco como es “Napalm Girls”, con el punk melódico como base rítmica y esos ecos a AFI y Alkaline Trio a lo largo y ancho de la canción pero con un dueto vocal precioso entre los dos vocalistas de la banda, Will más enérgico y Hannah más delicada, es una suerte de cruce entre Alkaline Trio y Joy Division y su resultado es espectacular , poniendo los pelos de punta al oyente desde el segundo uno que comienza a sonar.
Tras ” The Crown Life”, llegamos al final del disco y de la historia primero con “Black Moon” un corte bastante rockero e intenso que se contrapone con “All My Friends”, una hermosa balada a piano y voz que sirve como colofón perfecto a un disco por el cual ha merecido de sobra esperar tanto tiempo y que demuestra porqué Creeper son una banda diferente y que están aquí para quedarse durante mucho tiempo.
El nivel de madurez, composición y sensibilidad aquí mostrado es simplemente sublime y no se si el disco es mejor que su debut, hay que tener en cuenta que lleva unos pocos días en la calle, pero lo que si está claro es que Creeper han vuelto por la puerta grande y que “Sex, Detah & The Infinite Void” es un disco muy notable, casi sobresaliente que sin duda estará bien arriba cuando haya que elaborar las “habituales” listas de lo mejor del año, y ellos se lo han ganado y de sobra, así que si te gusta el rock alternativo, la new wave o simplemente buscas un disco que tenga frescura y que no suene como lo que ves habitualmente por ahí, dale una escucha a lo nuevo de Creeper, es muy difícil que te arrepientas.
Por: Lucas Capeluto