El pasado 18 de mayo, la sala Hysteria, en los célebres bajos de Argüelles, recibió a tres jóvenes bandas metaleras. Una sala que resulta un buen lugar en el que celebrar un evento de esta calaña: un dragón atraviesa el techo y escupe humo sobre la pista frente al escenario que habitaron los tres grupos. En fin, el espacio apoyaba a su cometido.
El horario era más bien orientativo pero, tras los preparativos, Swim to Drown salían a dar un buen espectáculo a los allí presentes. Llenaban el escenario con su buena energía a pesar de no estar la formación al completo. Y es que Tony, vocalista, no paró de moverse en todo el set, cosa que el público no reprodujo del todo. Aunque sí hubo momentos de movimiento, la mayoría de la velada fue bastante inmóvil en la zona de la pista cuando no era invadida por los músicos. Las canciones del setlist fueron interpretadas de manera impecable y muchas de ellas acompañadas de una sección electrónica programada por el miembro de la banda tras el portátil. Cabe destacar la buena fe de Tony pidiendo apoyo a las bandas locales emergentes y el buen rollo y cercanía que tuvo con los espectadores durante sus cuarenta minutos de protagonismo.
Otro tema a mencionar es el volumen excesivamente alto. Fue un problema durante los tres conciertos. Puede que fuera un motivo por el que la gente se resistía a acercarse más al escenario ya que se hacía francamente duro. Además no favorecía la definición de la música interpretada.
Tan alta como el volumen estaba la energía y la furia con la que entró Buko en escena. Furia mantenida a lo largo de su recital de manera heroica. El cuarteto lo dio todo y más y voló la cabeza de todos y cada uno de los asistentes. Sin desmerecer a las otras dos bandas en absoluto -porque están, sin duda, a la altura en esto-, Buko sacó un diez sobre diez en actitud e implicación. Dinámico y variado setlist –dentro del género y subgénero- ejecutado con disciplina militar por parte de los madrileños.
Primeros compases oscuros y amenazantes del primer tema de The Broken Horizon. Luces tenues. Músicos dándonos la espalda. Alguien sale a la pista: Jesucristo. Jesucristo cantando hardcore revolviéndose entre el público como poseído por el Maligno. Poca sangre en el cuerpo has de tener para resistirte a bailar a leches mientras presencias un espectáculo como este. Pero toda la debía tener Víctor, vocalista, porque él daba todo de sí mientras esa no era la intención del público. Pero la intención del espectador sí era disfrutar y paladear cada segundo del concierto. Sin bailar todo lo deseado, sí. Pero disfrutando, sin duda. Porque fue un concierto para disfrutar. Hubo un fallo técnico relacionado con el cabezal Mesa de uno de los guitarristas -debe ser doloroso que ese cacharro te dé problemas-, pero en pocos minutos fue resuelto y volvieron con una potencia intacta. Y con esta potencia aguantaron hasta el final como la buena banda que es la pamplonesa The Broken Horizon.
CRONICA: ERNESTO GRIMALDI
FOTOS: ERNESTO GRIMALDI